¿Cómo la metacognición transforma tu forma de aprender?

Joven reflexiona sobre la metacognición

¿Alguna vez te has parado a reflexionar sobre tus pensamientos?

¿Sabes por qué algunas materias se te dan mejor que otras?

¿Te has preguntado qué estrategias de aprendizaje te funcionan mejor?

Si eres como la mayoría de los mortales, pocas veces habrás dedicado un momento a reflexionar sobre estos temas. Sin embargo, lo cierto es que esta poderosa habilidad, que en el ámbito de la Psicología llamamos metacognición, puede marcar la diferencia en tu aprendizaje y la forma en la que gestionas tu crecimiento.

¿Qué es la metacognición?

Aunque a priori pueda parecerte un término demasiado técnico o complejo, lo cierto es que la metacognición es un concepto muy sencillo: se refiere a la capacidad de reflexionar e incidir sobre nuestro propio pensamiento. Básicamente, es la habilidad que nos permite mirar dentro de nuestra mente para entender cómo aprendemos, qué estrategias usamos y, sobre todo, cómo podemos mejorarlas.

En la práctica, se trata de esa vocecita interior que te pregunta “¿En realidad estoy entendiendo lo que dice el libro?” o “¿Habrá una forma más eficiente de aprender este contenido?”. Esa misma vocecita que sondea cuáles son tus propósitos, cómo piensas solucionar un problema o cómo planeas aprender más en menos tiempo. 

El concepto, popularizado por el psicólogo John Flavell en la década de 1970, cuenta de dos componentes o enfoques principales:

  1. El conocimiento metacognitivo: Consiste en identificar y comprender qué estrategias de aprendizaje funcionan mejor para ti y en qué contextos. Por ejemplo, cuando te das cuenta de que aprendes mejor si haces un resumen que si solo te dedicas a leer.
  2. La regulación metacognitiva: Se refiere a la acción de planificar, monitorear y evaluar tu propio aprendizaje para ajustarlo según tus necesidades. Básicamente, es como ser tu propio entrenador que va ajustando tus estrategias según lo que te funciona y lo que no.

Por ejemplo, si estás estudiando para un examen y te das cuenta de que no estás reteniendo la información, la metacognición te permite identificar el problema (conocimiento metacognitivo) – quizás estás usando una técnica ineficaz – y cambiar de estrategia (regulación metacognitiva) –probar la práctica de recuperación en lugar de simplemente releer –.

De esta manera, no solo te permite tomar conciencia de cómo discurren tus procesos cognitivos, sino además evaluar esos procesos e incidir en ellos en aras de mejorar tu desempeño.

¿Cómo te ayuda la metacognición a aprender con propósito?

La metacognición es mucho más que una estrategia para entender cómo funciona tu mente. Es una de las mejores habilidades que puedes desarrollar para fomentar tu desarrollo cognitivo y mental, no solo en el ámbito educativo, sino en la vida en general. Esto ya que puede convertirse en una poderosa herramienta que:

1. Potencia el aprendizaje significativo

Cuando eres consciente de cuáles son tus talentos o las estrategias de estudio que mejor te funcionan puedes optimizar tu tiempo y esfuerzo cognitivo, aprender de manera más efectiva y mejorar tus resultados académicos, como reveló un estudio publicado en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sin embargo, también serás capaz de conferir un significado personal al aprendizaje porque tendrás claro el por qué, el cómo y el para qué quieres aprender.  

2. Mejora tu autoconocimiento

Reflexionar sobre cómo piensas y aprendes es un buen ejercicio para conocerte mejor. ¿Eres más de teoría o de práctica? ¿Prefieres trabajar solo o en equipo? ¿Te gusta más leer o escuchar a los demás? Estas preguntas no solo son útiles para fomentar tu aprendizaje, sino también para entender tus preferencias y fortalezas en otros aspectos de la vida. Al final, ese autoconocimiento será clave para esculpir la persona en la que quieres convertirte y tomar decisiones más alineadas con tus metas.

3. Fomenta tu autonomía

En una educación con propósito la metacognición te empodera y te brinda la autoconfianza suficiente para tomar el control de tu propio aprendizaje. Básicamente, pasas de depender de que tus profesores o padres te digan lo que debes hacer o en qué debes mejorar a saber cuáles son tus fortalezas, evaluar tu progreso y ajustar tus estrategias para conseguir tus metas. Ser consciente de que eres capaz de resolver problemas por tu cuenta te insuflará una gran dosis de motivación y reforzará tu independencia y libertad a la hora de esculpir tu crecimiento, una habilidad que podrás aprovechar también en tu vida personal y profesional.

4. Desarrolla tu pensamiento crítico

Cuando haces un análisis de conciencia y aprendes a reflexionar sobre tu propio pensamiento empiezas a desarrollar una actitud crítica sobre el conocimiento, la educación y tus métodos de aprendizaje. Básicamente, aprendes a ir un paso más allá en la comprensión de cualquier fenómeno, idea o situación y a poner en tela de juicio incluso las cosas que dabas por sentado. Y esto, no solo favorece tu aprendizaje porque te enseña a pensar fuera de la caja, sino que también te ayuda a desarrollar una mentalidad de crecimiento.

5. Potencia tu creatividad y capacidad para solucionar problemas

Cuando reflexionas sobre tus estrategias para solucionar los problemas estás abriendo la puerta a descubrir nuevas formas de solucionarlos. Es lo que tiene la metacognición: te anima a pensar desde nuevos puntos de vista y a probar diferentes enfoques. Y, al final, esa flexibilidad mental termina convirtiéndose en un impulso para tu creatividad e innovación, sobre todo cuando estás comprometido con alcanzar tu meta y te das cuenta de que los métodos que utilizas no funcionan.

3 técnicas para aplicar la metacognición en tu día a día

Desarrollar la metacognición no es difícil, pero requiere dedicación y compromiso por tu parte. En un primer momento entender cómo funciona tu mente, cuáles son las estrategias que usas y, sobre todo, cómo optimizarlas puede parecerte una tarea titánica. Sin embargo, existen algunas técnicas sencillas que pueden facilitarte la tarea y ayudarte a comprender mejor lo que pasa por tu cabeza.

1. Preguntas metacognitivas

Una buena manera de desarrollar la metacognición y mejorar tu rendimiento académico consiste en cuestionar todo lo que pasa por tu mente, como comprobó un estudio de la Universidad de Ámsterdam. Por ejemplo, cuando estés estudiando hazte preguntas como:

  • ¿Qué estrategias estoy usando para aprender esto?
  • ¿Estoy entendiendo realmente el contenido?
  • ¿Qué puedo hacer diferente para mejorar mi nivel de comprensión?

Estas preguntas te ayudan a reflexionar sobre tu proceso de aprendizaje y conocer lo que te funciona y lo que no, el primer paso para que después puedas tomar decisiones informadas que te ayuden a mejorar tus estrategias.

2. Diario de aprendizaje

Otro buen recurso para indagar en tu pensamiento y proceso de aprendizaje consiste en llevar un diario donde registres tus experiencias mientras estudias. Anota qué estrategias usas, cómo te sientes al hacerlo y qué resultados obtienes. Con el tiempo, podrás identificar patrones y ajustar tus métodos para aprovechar lo que mejor te funciona y trabajar en tus puntos más débiles. Por ejemplo, si notas que estudiar por la mañana te resulta más efectivo, puedes reorganizar tu horario para aprovechar ese momento del día. O, si hacer resúmenes no te funciona, quizá quieras probar a hacer gráficos o diagramas.

3. Autoevaluación

No esperes a tener exámenes para evaluar tu progreso. Sométete a autoevaluaciones frecuentes, haciéndote preguntas o resumiendo lo que has aprendido. Esto no solo es un buen ejercicio para entrenar tu memoria, como reveló una investigación realizada en la Duke University, sino que también te permite identificar las áreas en las que necesitas mejorar. El primer paso para tomar cartas en el asunto y probar otros métodos que te permitan optimizar tu aprendizaje y mejorar tu nivel de comprensión.

Por último, ten en cuenta que la metacognición es mucho más que un concepto psicológico, es una habilidad que puede transformar tu forma de aprender y de vivir. Al ser consciente de cómo piensas y aprendes, puedes tomar decisiones más informadas, mejorar tu rendimiento académico y crecer como persona.

Así que la próxima vez que te sientes a estudiar o te enfrentes un desafío, recuerda hacer una pausa y preguntarte: ¿Estoy usando las mejores estrategias? ¿Cómo puedo mejorar? La respuesta a estas preguntas podría ser el primer paso hacia un aprendizaje más efectivo y con significado.

Referencias:

Zohar, A., & Barzilai, S. (2013). A review of research on metacognition in science education: Current and future directions. Studies in Science Education, 49(2), 121-169.

Roediger, H. L., & Butler, A. C. (2011). The critical role of retrieval practice in long-term retention. Trends in Cognitive Sciences, 15(1), 20-27.

Veenman, M. V. J., Van Hout-Wolters, B. H. A. M., & Afflerbach, P. (2006). Metacognition and learning: Conceptual and methodological considerations. Metacognition and Learning, 1(1), 3-14.

Crédito de foto: Imagen libre de Pexels

Psicóloga y escritora. Divulgadora científica y apasionada de la mente humana. Defensora de la educación como única vía para el desarrollo personal y social. Aprendiz a tiempo completo.

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