Viajar es intrínseco al ser humano. Desde los prehistóricos desplazamientos entre continentes hasta las travesías de aventureros como Marco Polo o Alexander von Humboldt, nuestra curiosidad por descubrir lo que existe más allá de nuestras fronteras se remonta a los albores de la humanidad. Sin embargo, nunca lo hemos tenido más fácil que en la actualidad.
Hoy viajar no solo es más rápido y cómodo, sino también más económico. Una experiencia en manos de todos, o al menos de la gran mayoría de las personas del mundo occidental, que nos permite descubrir nuevos destinos, conocer otras culturas y otros modos de ver la vida. Un bálsamo para el alma y alimento para nuestra mente porque, sí, también se puede aprender viajando.
Viajar con propósito, una manera diferente de aprender
¿Sabías que los jóvenes en España suelen viajar al menos dos veces al año? Viajar se ha convertido en la nueva gran afición de las generaciones más jóvenes. Sin duda, hoy viajamos más. Pero también aprendemos menos de estas experiencias. Pendientes de sacar una buena foto para inmortalizar cada momento o ir a los sitios de obligada visita, nos perdemos gran parte de la riqueza que lleva implícita cada viaje.
Una riqueza que va más allá de las joyas arquitectónicas, las bellezas naturales o las delicias gastronómicas y que se extiende a la historia que encierra cada espacio, las costumbres de su gente o su cultura. Y es que para aprender viajando no basta con desplazarnos a un nuevo destino y disfrutar de sus principales puntos de interés, es importante abrirnos a descubrir sus mejores secretos practicando la observación consciente e integrándonos con su gente.
No hay dudas de que viajar es una de las mejores maneras de aprender y abrir nuestra mente. Esta experiencia no solo nos saca de nuestra zona de confort, animándonos a poner a prueba nuestras capacidades, sino que también nos ayuda a desarrollar nuevas habilidades. Ya sea al descubrir cómo funciona el sistema de transporte de otra ciudad, al escuchar o practicar un idioma extranjero o conocer otra geografía, siempre es posible aprender algo nuevo.
Sin embargo, el mayor aprendizaje se produce cuando conectamos con la gente del lugar, descubrimos su modo de vida, su visión del mundo y nos empapamos de su sabiduría. Porque sí, no solo se aprende de catedráticos y expertos, incluso de las personas más humildes y sencillas es posible sacar grandes enseñanzas de vida. Y para esto no es necesario viajar al otro lado del mundo o a un nuevo continente. Basta poner rumbo a un destino desconocido, aunque sea “al lado de casa”.
¿Cómo sacar el máximo partido a tus viajes? Aprende a viajar con propósito
Viajar puede convertirse en una gran fuente de aprendizaje y crecimiento. Sin embargo, para ello no basta con emprender rumbo a un nuevo destino, también es importante mantenerse abiertos y receptivos a descubrir, de verdad, el entorno. Te cuento algunas claves sencillas que pueden ayudarte a viajar con propósito.
- Viaja libre de estereotipos
Si quieres sacar el máximo partido a tus viajes, primero debes sacar de la mochila tus creencias y estereotipos sobre tu destino y/o su cultura. Viaja libre de sesgos e ideas preconcebidas. En su lugar, deja que sea tu experiencia la que vaya esculpiendo tu percepción sobre el sitio y su gente. No saques conclusiones precipitadas, ni te quedes con la primera impresión. Observa, indaga y profundiza en por qué las cosas son así.
- Planifica, pero deja espacio a la improvisación
Si estás pensando en hacer un viaje, la planificación es indispensable. No solo te ahorrará muchos dolores de cabeza, sino que también te ayudará a organizar la experiencia. Sin embargo, si en verdad quieres aprender en tu destino, es importante que también dejes espacio a la improvisación. Por ejemplo, después de visitar el museo que querías ver, piérdete caminando por las calles aledañas para descubrir los secretos que esconde esa parte de la ciudad o deja al menos un día sin planes para que puedas disfrutar de experiencias de último momento.
- Involúcrate en la cultura local
Hoy día es muy fácil acceder a viajes guiados en los que todo está milimétricamente organizado. El boom del turismo también ha hecho que muchas de las ciudades, sobre todo las que más visitantes reciben, preparen actividades y espacios especialmente pensados para los turistas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, ni los sitios, ni las experiencias o planes turísticos son un reflejo real de la cultura del lugar. Por tanto, en vez de apostar siempre por estos planes, adéntrate en la auténtica cultura del sitio, participa en sus actividades y conoce sus espacios más autóctonos.
- Interactúa con las personas del lugar
Los monumentos caracterizan lugares, pero las personas los definen. Por eso, una buena manera de aprovechar tus viajes consiste en interactuar con las personas del lugar. Habla con ellas siempre que tengas oportunidad. Cuéntales un poco sobre ti y escucha lo que tienen que decirte. Pregunta las cosas que no sabes y déjate orientar por los autóctonos. Aunque, ten en cuenta que cada cultura tiene sus singularidades que es importante conocer de antemano para evitar malentendidos.
- Vive el momento plenamente
Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que absortos por la siguiente parada o por captar el momento muchas veces olvidamos disfrutar del momento presente. Cuando visites un sitio, vívelo plenamente. Observa los detalles a tu alrededor, siente el olor del lugar, mira el comportamiento de las personas, imagina cómo habría sido en una época anterior. Quizá no puedas inmortalizar estas vivencias en una fotografía o un vídeo, pero sí las llevarás siempre contigo.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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