En la vida no solo aprendemos a través de los libros, lo que nos transmiten los profesores o las enseñanzas de los mayores.
También aprendemos de las experiencias cotidianas, los errores, los obstáculos, los desafíos e, incluso, la adversidad.
De hecho, es probable que olvides con más facilidad la interesantísima teoría que leíste hace unas semanas antes que la lección que aprendiste tras una metedura de pata o un problema.
Y es que, en el aprendizaje, como en la vida misma, no se trata de acumular conocimientos y habilidades, sino en saber ponerlos en práctica y adaptarlos a las circunstancias difíciles o inesperadas. El aprendizaje real consiste en usar lo que sabemos para afrontar la adversidad, superarla y salir fortalecidos de ello. Algo que en el ámbito de la Psicología conocemos como resiliencia.
¿Qué es la resiliencia y por qué te ayuda a aprender?
Según la Asociación Americana de Psicología la resiliencia no es más que “el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Significa “rebotar” de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte”. Una capacidad que nos ayuda a afrontar y sobreponernos a un evento difícil.
Sin embargo, lo que a menudo pasamos por alto es que la resiliencia también lleva implícito un aprendizaje que conduce al crecimiento personal. En la práctica, una persona resiliente no se limita a lidiar con la adversidad, sino que va un paso más allá y es capaz de sacar una enseñanza de esa experiencia. Ya se trate de una lección de vida, un nuevo conocimiento, habilidad o una mayor apertura mental, al final ese aprendizaje termina convirtiéndose en una fuente de sabiduría y desarrollo.
Y esto aplica no solo para cuando fracasamos intentando acceder a ese curso o carrera que tanta ilusión nos hacía o cuando descubrimos que tenemos dificultades para desarrollar alguna habilidad, sino también cuando nos toca afrontar un evento inesperado o fracasamos en alguna de nuestras metas. Porque toda adversidad, desde la más nimia hasta la mayor catástrofe, encierra una valiosa lección y un aprendizaje que solo somos capaces de asimilar cuando desarrollamos una actitud resiliente y nos abrimos a aprender de la vida.
La buena noticia es que la resiliencia no es una habilidad exclusiva de unos pocos, sino una capacidad que todos podemos aprender a desarrollar.
7 claves para desarrollar la resiliencia y aprender de la adversidad
La resiliencia es una habilidad que no solo te permitirá afrontar las adversidades desde una postura más positiva y constructiva, sino que te ayudará a detectar los aprendizajes de la vida con mayor facilidad. Esto porque, básicamente, mantiene tus emociones bajo control para que seas capaz de centrarte en los aspectos prácticos y puedas analizar los problemas desde una postura más crítica y pragmática.
La buena noticia es que no es necesario esperar a que llegue la adversidad para desarrollar esta capacidad ya que existen diferentes claves que puedes implementar a diario para fomentar la resiliencia.
- Acepta que en la vida todo está en constante cambio. La vida no es estática, sino que está en constante cambio. A veces para bien, otras veces para mal. Y cuanto antes seas consciente de esta realidad, antes dejarás de rechazar o negar los imprevistos y los obstáculos y empezarás a asumirlos como parte natural de la existencia, el primer paso para adaptarte a las circunstancias y aprender de ellas.
- Asume la adversidad como una prueba. Seamos sinceros, la adversidad duele. Por eso a nadie le gusta afrontar momentos difíciles, pero eso no significa que no lleguen más temprano que tarde. Sin embargo, en lugar de ahogarte en un vaso de agua y pensar que no podrás superarlos, empieza a ver las crisis como pruebas de vida que encierran un aprendizaje y que te ayudarán a desarrollar tus habilidades.
- Mantén la perspectiva global. A veces cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles tendemos a enfocarnos tanto en el problema que olvidamos todo lo demás. Sin embargo, centrarte solo en la adversidad sin tener en cuenta sus consecuencias, las habilidades que tienes para superarla o el resto de las cosas que suceden en tu vida no hará sino sobredimensionar el problema. En su lugar, intenta analizar la situación como parte de un contexto más amplio y con una visión a largo plazo.
- Sé proactivo. En lugar de llorar sobre la leche derramada, piensa en cómo puedes solucionar la situación que tienes delante. Reflexiona y utiliza tu sistema de conocimientos para crear un plan de acción que te permita adaptarte a las nuevas condiciones y/o resolver el problema. ¿No cuentas con suficientes recursos? Proponte mejorar tus habilidades y conocimientos. ¿No tienes suficiente tiempo? Elige el ensayo y error, mejor probar una y otra vez que quedarte de brazos cruzados.
- Dedica tiempo a reflexionar. Para aprender de la adversidad necesitas analizar lo que ha sucedido. Dedica tiempo a reflexionar sobre el problema, sus causas, sus consecuencias o las decisiones que hicieron que se complejizará aún más. Reflexiona sobre tu preparación para ese momento, qué conocimientos tenías y cuáles te faltaron, qué habilidades te fueron útiles y cuáles te hubieran facilitado la tarea. Hacer un análisis de conciencia te ayudará a aprender de lo sucedido y a ganar sabiduría.
- Resume los aprendizajes. A veces no es que no aprendamos de lo que nos sucede en la vida, sino que no somos capaces de sintetizar esos aprendizajes y, al final, estos terminan evaporándose con el paso del tiempo. De ahí que un buen ejercicio para desarrollar la resiliencia consiste en resumir los aprendizajes que hayas sacado de cada desafío o problema. Este sencillo ejercicio te ayudará a ganar claridad y te permitirá adaptar esas lecciones a otras situaciones de la vida con más facilidad.
- Analiza tus fortalezas y lo que puedes mejorar. Tus fortalezas son las que te ayudarán a afrontar la adversidad de una mejor manera. Tener claro qué se te da bien y cuáles son tus mejores habilidades te ayudará a buscar y adaptar mejor las soluciones a los problemas. Sin embargo, también es importante que sepas determinar aquellas capacidades que podrías mejorar y que te ayudarían a afrontar la adversidad de una mejor manera. Enfocarte en ellas podría facilitarte las cosas en el futuro.
A fin de cuentas, como dijo en una ocasión el expiloto de aviación alemán Dieter Uchtdorf: “no es la adversidad en sí misma, sino tu reacción a la adversidad, la que determinará el desarrollo de tu vida”.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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