¿Cuánto tiempo dedicas a planificar tu próxima publicación en redes sociales?
¿Cuánto tardas en elegir el móvil, sudadera o bolso que quieres comprarte?
¿Cuántas horas pasas informándote sobre la última tendencia social o de moda?
Cada vez dedicamos más tiempo a cuestiones intrascendentes. Invertimos gran parte del día en planificar o reflexionar sobre cosas que en realidad no nos cambian la vida, ni la mejoran. Pero, curiosamente, nos preocupamos e invertimos cada vez menos tiempo en nuestro desarrollo intelectual.
Hoy día tenemos acceso a mucha más información de la que podemos asimilar. Contamos con muchas más oportunidades educativas de las que nuestros padres o abuelos pudieron soñar. Dominamos muchas más estrategias de aprendizaje que nos facilitan la tarea. Sin embargo, nos cuestionamos mucho menos las cosas, sentimos menos curiosidad y reflexionamos menos sobre lo que nos rodea.
Básicamente, nos preocupamos más por cosas irrelevantes que por nuestro desarrollo personal y el cultivo de nuestro intelecto. Porque no, no nos equivoquemos, aunque hoy más de la mitad de los jóvenes cuenten con estudios superiores (algo que solo consiguió 1 de cada 10 de sus padres), nuestro coeficiente intelectual está decayendo a pasos agigantados. Afortunadamente, existe una manera de revertir esta situación: que empieces a cuestionarte todo.
Pensamiento crítico, el arte de cuestionar hasta tu propia existencia
El pensamiento crítico es el proceso mental que nos permite analizar, evaluar y cuestionar de manera reflexiva las ideas, información o experiencias de nuestro día a día. Básicamente, es esa capacidad que nos lleva a no aceptar de manera pasiva la información e ir un paso más allá para intentar comprenderla en toda su dimensión, conferirle un significado y formarnos un juicio personal y fundamentado. En la práctica, es esa habilidad que te anima a cuestionarte y darle un sentido a todo lo que sucede en tu entorno y/o la información que recibes.
Sin duda, el pensamiento crítico está estrechamente relacionado con la curiosidad, pero no se limita a ella, sino que va más allá para poner en tela de juicio incluso las afirmaciones que damos por sentado. Es esa capacidad que te anima a cuestionarte por qué tus padres insisten en que abrir un paraguas en casa trae mala suerte, pero también por qué la publicidad en época de rebajas suele ser tan agresiva o por qué en realidad no eres una persona libre, aunque así te lo quiera hacer creer la sociedad moderna.
Sin embargo, quizá una de sus funciones más importantes sea la de estimular tu intelecto. ¿Cómo lo hace? Cuando eres capaz de cuestionarte las cosas que suceden en tu entorno o las ideas que dabas por sentadas, en lugar de aceptarlas pasivamente y repetirlas como si fueses un loro, tu capacidad analítica mejora, aunque no es lo único.
Con el desarrollo de tu pensamiento crítico también se agudiza tu habilidad para resolver problemas, tu capacidad de decisión y tu creatividad. Asimismo, eres capaz de desprenderte de las creencias e ideas preconcebidas que te han acompañado hasta este momento y empezar a esculpir tu propia visión del mundo. Entonces, te conviertes en una persona realmente auténtica que se reinventa según sus propios moldes.
¡Despierta el crítico que llevas dentro!
Desarrollar el pensamiento crítico no es fácil, sobre todo si nunca lo has intentado, no has tenido la curiosidad suficiente o tienes muy enraizadas las ideas que te ha inculcado la sociedad. Sin embargo, esto no significa que no puedas comenzar a desarrollar tu habilidad para dudar de todo.
- ¡Empieza a cuestionar todo! Incluso lo que das por sentado
Empieza a cuestionarte las cosas que siempre han sido así, aquellas que te enseñó tu padre, madre, abuela… o aquellas creencias que simplemente has hecho tuyas, pero no sabes de dónde provienen. Pregúntate ¿por qué creo que es así? ¿de dónde proviene esa idea? ¿existen otras maneras de verlo? ¿realmente coincido con esa forma de pensar?
- Ábrete a otras opiniones
La mayoría de las personas nos creemos valedores de la verdad absoluta. Sin embargo, pensar que solo nosotros tenemos razón solo hace que nos encerremos en nuestro mundo y hagamos oídos sordos a otras maneras de ver las cosas. Abriéndote a otras opiniones, dejas de aferrarte a lo que ya conoces y te permites poner en tela de juicio lo que siempre has dado por cierto.
- Reflexiona, de verdad, sobre la información
Solemos asimilar la información como llega, sin contrastarla ni analizarla. Pero, si en realidad quieres conferirle un significado e integrarla en tu visión del mundo, es importante que dediques un momento a reflexionar sobre ella. Pregúntate, cuál es su verdadero sentido, cómo influye en tu manera de ver las cosas, qué hay detrás de esa información o cómo puede ayudarte en tu propósito.
- Debate siempre que puedas
Hoy no debatimos, nos aferramos a defender nuestras ideas a capa y espada sin intentar entender los puntos de vista de los demás. Sin embargo, aprender a debatir es un buen recurso para poner a prueba tu intelecto y reflexionar sobre los argumentos que respaldan tus ideas. Por eso, siempre que tengas la oportunidad ábrete a debatir sobre cualquier tema, obviamente, siempre desde el respeto y practicando la escucha activa.
- Lee, lee y lee
No hay mejor manera de fomentar tu pensamiento crítico que nutriendo tu mente a diario con un buen libro. La lectura es una buena manera de ampliar tus conocimientos, a la vez que te ayuda a reflexionar sobre diversos temas y comprender nuevos puntos de vista. Eso sí, no vale cualquier libro. Si bien la lectura recreativa puede ayudarte a desarrollar el hábito de leer, lo ideal sería descubrir los autores clásicos de una vez que, aunque en un inicio puedan parecerte anacrónicos o demasiado complejos, siguen estando tan vigentes como en su tiempo y te ayudarán a comprender de una manera más sencilla muchas de las experiencias que vives hoy día.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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