El objetivo de la educación ha cambiado y las instituciones deben adaptarse

Profesor explica el objetivo de la educación

La educación convencional ha muerto.

En un mundo dominado por la tecnología, la inteligencia artificial y la automatización los antiguos paradigmas educativos enfocados en transmitir conocimientos carecen de sentido.

Hoy, con tan solo un clic cualquier estudiante tiene acceso a más información de la que recibe en el aula, y mucha más de la que es capaz de consumir.

Acceder al conocimiento no es un problema. El problema es qué hacer con ese conocimiento.

De ahí que los viejos modelos educativos ya no sean útiles.

Entonces, ¿la educación ha perdido su sentido? ¡Por supuesto que no!

Sin embargo, el objetivo de la educación ya no debería ser transmitir conocimientos sino enseñar a los más jóvenes qué hacer con esa información, es decir, enseñarles a pensar.

El viejo paradigma educativo se tambalea

Para el 2030 se estima que la IA generativa automatizará hasta el 30% de las horas trabajadas, según apunta un informe del McKinsey Global Institute. Más de 12 millones de personas tendrán que cambiar de puestos de trabajo porque las habilidades manuales, repetitivas y más simples estarán a cargo de las máquinas.

En cierta medida es una gran noticia porque significa que los humanos podremos dedicarnos a pensar, a ser creativos y desarrollar nuestro pensamiento crítico. El problema es que no sabremos. ¿Por qué? Porque seguimos recibiendo una educación que se centra en transmitirnos información, en lugar de desarrollar nuestras habilidades cognitivas superiores, como el pensamiento, la empatía o la capacidad reflexiva.

De hecho, según la agenda del 2030 del Ministerio de Educación en España, algunos de los objetivos de desarrollo sostenible para ese entonces están orientados a:

  • Asegurar que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria”.
  • Eliminar las disparidades de género en la educación”.
  • Asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de enseñanza”.
  • Velar por que todos los jóvenes estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética y conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible”.

Sin embargo, aunque este enfoque educativo podía ser eficaz en el pasado, lo cierto es que hoy día no responde a las necesidades de nuestra sociedad. Hoy día contar con conocimientos teóricos y prácticos no basta para integrarnos al mundo que se avecina, de la misma manera que tampoco es suficiente para nuestro crecimiento como personas.

La educación necesita ir un paso más allá. Necesita dejar de transmitir conocimientos – que, dicho sea de paso, muchas veces ni siquiera son significativos – para empezar a potenciar nuestro auténtico potencial, despertar nuestra consciencia y brindarnos las herramientas necesarias para que seamos capaces de esculpir nuestro propio crecimiento.

El objetivo de la educación ya no debería ser transmitir conocimientos sino enseñar a pensar

Partiendo del hecho de que uno de los objetivos esenciales de la educación en cualquier época o contexto debería ser enseñar a pensar, hoy este propósito no es una opción, es una necesidad.

A nuestros jóvenes ya no les basta con conocer los hechos históricos, necesitan entender por qué sucedieron, aprender de los errores que se cometieron y reflexionar sobre si pueden volver a ocurrir o no. No les resulta suficiente con aprender a sumar, restar o multiplicar, sino que necesitan encontrar una utilidad en ello y usar ese aprendizaje para crear proyectos mucho más ambiciosos.

Y para ello, no basta con brindarles información y desarrollar habilidades prácticas, es importante despertar su conciencia, estimular su pensamiento crítico y su capacidad reflexiva. De ahí que el objetivo de la educación actual deba centrarse en fomentar el desarrollo cognitivo de los estudiantes, enseñarles a resolver problemas, a ser creativos y a conferir un sentido personal al conocimiento.

Su meta debería ser facilitarles el camino para que puedan elegir libremente su propósito educativo e impulsar su propio crecimiento. Brindarles los recursos y herramientas adecuadas para que sean capaces de decidir lo que quieren aprender y cómo. A fin de cuentas, cada uno debería poder tener la libertad de esculpir su propio aprendizaje y eso es algo que debería impulsar la educación moderna.

Por supuesto, esto no significa que la educación deje de ser una fuente de enseñanza de valores, conocimientos y habilidades esenciales para la sociedad, sino que debería transformarse en una educación con propósito que prepare a sus estudiantes para que tomen las riendas de su aprendizaje y le imprimen un significado personal al conocimiento.

Porque solo cuando un joven es capaz de ir un paso más allá de las palabras e intenta comprender su sentido y lo que hay del otro lado de las mismas es que puede crearse una idea clara y constructiva sobre el conocimiento. Y esto es lo que debería propiciar la educación de hoy día: formar a jóvenes capaces de pensar por sí mismos y de crecer de manera auténtica y autodeterminada.

Crédito de foto: Imagen libre de Pexels

Psicóloga y escritora. Divulgadora científica y apasionada de la mente humana. Defensora de la educación como única vía para el desarrollo personal y social. Aprendiz a tiempo completo.

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