¿Alguna vez has soñado con estudiar sin aburrirte?
¿Has imaginado cómo sería leer por placer en vez de por obligación?
¿Te gustaría que aprender fuese un hobby más?
Pues bien, aunque te parezca una utopía, esto es posible. El secreto está en desarrollar una motivación intrínseca por el aprendizaje que te anime a estudiar porque en realidad te gusta y apasiona, en lugar de hacerlo por satisfacer las expectativas de tus padres, las exigencias de tus profesores o la presión de la sociedad. Una motivación lo suficientemente poderosa como para que aprender se convierta en un pasatiempo más. Y que te brinde la disciplina y la constancia necesaria para seguir cultivándote cuando el camino se haga cuesta arriba.
Y la buena noticia es que, incluso si no tienes esa motivación ahora mismo, puedes desarrollarla.
¿Qué es la motivación intrínseca? Motivación intrínseca v/s motivación extrínseca
¿Sabías que todos poseemos un impulso y/o energía muy poderosa que es la que nos anima a salir de nuestra zona de confort, ponernos manos a la obra y alcanzar nuestras metas y sueños? Es lo que en el ámbito de la Psicología conocemos como motivación. Básicamente, es esa fuerza que moviliza nuestro comportamiento y nos anima a hacer cosas que, o bien disfrutamos o bien hacemos por un objetivo mayor.
Pues bien, esa motivación puede provenir de dos fuentes principales: externas o internas, es lo que se conoce como motivación extrínseca y motivación intrínseca. Básicamente, la motivación extrínseca está impulsada por factores externos, como recompensas o castigos, que son los que nos impulsan a actuar. En cambio, la motivación intrínseca proviene de nuestro interior y está generada por nuestros sueños e ilusiones que son lo que impulsan nuestro comportamiento.
Si bien en la mayoría de los casos coexisten ambos tipos de motivación, como cuando te sientes motivado a estudiar debido, por una parte, a tus ganas de aprender y, por otra, al interés por satisfacer las expectativas de tus padres, lo cierto es que el verdadero motor impulsor de nuestro comportamiento es la motivación intrínseca. Esto porque al provenir de dentro de nosotros mismos y alimentarse de nuestros gustos, intereses y pasiones, no solo es más auténtica y está más consolidada, sino que refuerza nuestra constancia y disciplina.
Por eso, cuando te enfocas en tus motivos intrínsecos no solo te resulta más fácil encontrar la inspiración, sino también la fuerza que necesitas para vencer el cansancio y los obstáculos. De hecho, es más probable que conserves la ilusión por aprender y la energía para conseguirlo si te dejas llevar por tu motivación intrínseca que si dependes de factores ajenos y externos a ti.
Obviamente, esto no significa que la motivación intrínseca sea inmune a los contratiempos. Sin embargo, si te centras en aprender porque en realidad te gusta, porque quieres crecer como persona o porque te apasiona descubrir nuevas cosas tendrás más energías y ganas de dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar que si lo que te motiva es la presión familiar, las expectativas de tus profesores o de las personas que te rodean.
7 recomendaciones para fomentar tu motivación intrínseca
Afortunadamente, todos podemos fomentar nuestra motivación intrínseca y cultivarla a lo largo del tiempo. Solo tenemos que descubrir lo que en realidad nos apasiona y comprometernos con nosotros mismos a perseguir nuestros objetivos a corto y largo plazo. He aquí algunas recomendaciones sencillas que pueden ayudarte a conseguirlo.
- Reflexiona sobre tus motivaciones
¿Qué tipo de aprendizaje te motiva? ¿En qué contenidos se te pasa el tiempo volando? ¿Qué te gustaría aprender, si pudieses? Dedica un tiempo a reflexionar sobre cuáles son tus principales motivaciones educativas. Incluso, si no están relacionadas con el contexto académico, tus pasiones pueden ser el punto de partida para aprender sobre algo nuevo. Por ejemplo, si te gusta hablar sobre los problemas sociales o te interesa el trabajo de activistas o personalidades influyentes de tu entorno, quizá te gustaría leer y aprender más sobre filosofía, sociología o, incluso, historia. ¿Te gusta el cine? Tu vocación podría ser estudiar historia del cine o artes en sentido general.
- Despierta y da rienda suelta a tu curiosidad
La curiosidad es una de las fuentes principales de las que se alimenta la motivación. Estar abierto a descubrir cosas diferentes, a explorar destinos diversos o a vivir experiencias nuevas es una de las mejores maneras de despertar la motivación intrínseca y descubrir los temas que más nos apasionan. Por tanto, atrévete a ir un paso más allá. Cuestiónate todo lo que te rodea. Investiga. Pregunta. Observa tu entorno. Nunca sabes dónde puede surgir un nuevo interés o una nueva pasión por aprender.
- Reduce las distracciones en tu entorno
Las distracciones son uno de los peores enemigos de la motivación. No solo consumen tus recursos atencionales, sino que te alejan de tus objetivos. Navegar por las redes sociales, mirar vídeos de YouTube o estar atento a las notificaciones de tu teléfono pueden convertirse en un agujero negro por el que se escapa tanto tu energía como tu inspiración. Por tanto, si quieres despertar tu motivación intrínseca y alimentarla cada día, cerciórate de reducir las distracciones e interrupciones al mínimo cuando estés centrado estudiando, leyendo, en un proceso creativo o en cualquier actividad gratificante.
- Plantéate nuevos retos
No hay nada más motivador que plantearse un nuevo reto. Ya se trate de batir una marca personal, leer un libro en un tiempo determinado o profundizar en un tema interesante, proponerse un desafío es una buena manera de despertar la motivación intrínseca y comprometernos con un objetivo personal a lo largo del tiempo. Por tanto, si quieres motivarte a ti mismo y/o descubrir temas o áreas que en realidad te inspiren proponte nuevos retos que pongan a prueba tus habilidades y conocimientos. Obviamente, cuanto más exigente sea el desafío, más motivador te resultará.
- Trabaja la autoconfianza
Otro de los mejores aliados de la motivación intrínseca es la autoconfianza. Cuando confías en ti mismo y eres consciente de tus habilidades y conocimientos te resulta más fácil encontrar la motivación para lanzarte a aprender un nuevo contenido, especializarte en un tema o apuntarte a un curso que te interese. Esto porque mientras que la motivación es la fuerza que te anima a intentarlo, la autoconfianza es esa vocecita que te dice que puedes conseguirlo. Suma ambos y podrás avanzar a pasos agigantados en tu aprendizaje.
- Recompénsate a lo largo del camino
Cuando hablamos de motivación intrínseca creemos que se trata de una fuerza todopoderosa capaz de ir contra vientos y mareas. Sin embargo, si bien es cierto es que la motivación intrínseca es mucho más auténtica, intensa y duradera que la extrínseca, no es inmune a lo que sucede a tu alrededor. De ahí que también sea importante cultivarla y reforzarla a lo largo del camino. ¿Cómo? Regalándote pequeñas recompensas más allá del estudio que te hagan feliz y te ayuden a mantenerte enfocado. Desde un pequeño capricho hasta disfrutar de algunas de tus pasatiempos favoritos, cualquier detalle que te reconforte vale.
- Encuentra tiempo para desconectar
Una de las mejores maneras de recuperar la motivación intrínseca cuando estás desanimado consiste en desconectar y tomar un descanso reparador que te ayude a reconectar contigo mismo. No solo te ayudará a recuperar la energía y el equilibrio, sino que te permitirá reestablecer tus prioridades y descubrir lo que en verdad te interesa. Por tanto, cuando sientas que necesitas una dosis extra de motivación pasa más tiempo en la naturaleza, dedica tiempo a reflexionar o sencillamente disfruta del dolce far niente.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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