El mito de la oveja negra o cómo ver más allá de las apariencias

Mito de la oveja negra: dos ovejas negras caminan entre un grupo de ovejas blancas en un prado

Todo grupo, o casi, tiene una oveja negra.

Ese estudiante rebelde, que hace caso omiso de las indicaciones, que siempre tiene una réplica bajo la manga o que, sencillamente, pasa de todo.

Ese estudiante que a veces desearíamos que no formase parte del grupo porque rompe su dinámica y equilibrio y que, en más de una ocasión, pone patas arriba nuestra planificación y nos hace perder el control sobre la clase.

Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de las veces esa “oveja negra” en realidad no es más que un estudiante diferente con necesidades diversas que no sabe o quiere adaptarse a los estándares del grupo. Y eso no es negativo en sí mismo.

Se convierte en un problema cuando, como profesores, no somos capaces de ver más allá de su comportamiento y nos enfrascamos en educarlo de la misma manera que al resto, acentuando cada vez más sus diferencias. Es lo que llamo el mito de la oveja negra.

El mito de la oveja negra, las dos caras de la moneda

En el argot popular, el término “oveja negra” se utiliza para describir a un miembro diferente o con un comportamiento desadaptado dentro de un grupo. Se trata de un concepto con una impronta negativa que se centra en la inadaptación del estudiante al contexto en el que se incluye. De ahí, surge el mito de la oveja negra en el cual se señala con el dedo a los diferentes, etiquetándolos de malos estudiantes, inadaptados o extraños, lo cual a su vez tiende a acrecentar las características no aceptadas que los diferencia del resto.

Sin embargo, lo cierto es que, la gran mayoría de las veces, las ovejas negras en realidad no son personas malas o negativas, sino que simplemente tienen una visión de la vida, unas necesidades o intereses distintas a los del resto de miembros del grupo. Suelen ser estudiantes que no comparten los gustos, cualidades o valores del resto y que no están dispuestos a aceptarlos de manera hipócrita, de manera que asumen una actitud rebelde para evitar las imposiciones a toda costa.

Ellos son diferentes y les cuesta adaptarse. Sí. Pero, a su vez, al resto del grupo y profesores les cuesta asumir su singularidad. Quizá porque siempre nos cuesta aceptar lo diferente, quizá porque lidiar con ellos requiere un esfuerzo adicional o porque sencillamente no estamos dispuestos a aceptar los comportamientos o actitudes que trasciendan los límites socialmente aceptados. En cualquier caso, se trata de un bucle de toxicidad en el que las ovejas negras se sienten cada vez más distantes del grupo y los profesores mientras estos, a su vez, las marginan cada vez más.

Los peligros de señalar con el dedo a una oveja negra

Es más fácil señalar con el dedo a la oveja negra del grupo que intentar comprender su singularidad. Sin embargo, marginar a los estudiantes diferentes, usar mano dura con ellos o intentar adaptarlos al resto del grupo es una de las peores estrategias que puede usar un profesor para intentar reconducir a estos chicos/as. ¿Por qué?

  • Porque coartas su libertad. Cuando intentas reconducir a la oveja negra del grupo lo que en realidad estás haciendo es cortarle las alas para que vuele libremente, descubra su propio camino y encuentre sus mecanismos de adaptación.
  • Porque no le dejas ser quien es. Aleccionar a la oveja negra del grupo no solo implica limitar sus comportamientos inadaptados, sino también su forma de ser, su singularidad y su actitud ante la vida. Implica limitar a la persona que es.
  • Porque la adoctrinas, en lugar de educarla. Cuanto instas a la oveja negra del grupo a hacer lo que hace el resto, no la estás educando, sino adoctrinando para que se convierta en una copia más, en un nuevo autómata social.
  • Porque reduces su valía y autoestima. Etiquetar las singularidades de un estudiante como negativas o desadaptadas no solo afecta su imagen social, sino también su autovaloración y autoestima, haciéndole sentir diferente.
  • Porque acentúas sus comportamientos desadaptados. Señala una y otra vez a la oveja negra del grupo y, al final, terminará convirtiéndose en un estudiante rebelde difícil de controlar. Sin duda, es el camino más fácil para que tus peores predicciones se cumplan.

Derriba el mito de la oveja negra: Así puedes sacar la mejor versión de tus estudiantes

Aprender a ver más allá del comportamiento no solo es posible, sino necesario. Tus estudiantes merecen que se les vea como personas únicas e irrepetibles, con sus peculiaridades, defectos y virtudes. Merecen ser tratados de manera especial. Merecen que se satisfagan sus necesidades y que la educación se adapte a ellos, en lugar de ellos a la educación. ¿Cómo conseguirlo?

  • Ve más allá de las apariencias

Basta un momento para causar una buena o mala impresión. Sin embargo, a menudo las personas somos mucho más de lo que transmitimos en un momento determinado. Por tanto, si quieres romper con el mito de la oveja negra es importante que aprendas a ver más allá de las apariencias y seas capaz de comprender por qué ese estudiante se comporta de esa manera.

Habla con él, pregúntale sobre las cosas que le interesan, sobre sus preocupaciones o lo que le incomoda. Céntrate en su entorno, cómo es su familia, cómo es la relación con sus padres. Si quieres conocerlo/a es fundamental que seas capaz de ver más allá de lo que transmite con su comportamiento, actitud o palabras.

  • Acepta las diferencias

Para no caer en el mito de la oveja negra es importante mantener la mente abierta a lo diferente y a todo aquello que se sale de la norma. Una habilidad que no solo te será útil en el contexto educativo, sino también en tu vida personal. ¿Cómo lograrlo? Enfócate en conocer a cada uno de tus estudiantes. ¿Qué les gusta? ¿Cómo reaccionan ante las situaciones? ¿Cuáles son sus principales singularidades? ¿Qué los distingue?

Asume que cada estudiante es diferente y que eso no implica que sea mejor o peor. Acepta sus virtudes, pero también sus defectos y aprende a lidiar con ellos mientras enseñas al resto del grupo a hacer lo mismo.  

  • Evita poner etiquetas

Una de las peores cosas que puede hacer un profesor es etiquetar a sus estudiantes. Esto no solo condicionará tu comportamiento y el del resto de profesores para con ese alumno, sino que también influirá en su autoimagen y autovaloración. Por tanto, mejor evitarlo.

Entiende que tus estudiantes no se definen por sus acciones o actitudes, sino por quienes son en realidad. A veces su mal comportamiento puede deberse a que están atravesando una mala racha o a que no han aprendido a gestionar las situaciones de manera adecuada. De ahí que, en lugar de ponerles una etiqueta, intenta comprender qué les sucede o por qué son así, aceptando sus singularidades y ayudándolos a crecer como personas.

  • Deja ser a tus estudiantes

Una de las mejores estrategias para combatir el mito de la oveja negra consiste en dejar ser a tus estudiantes sin límites ni recriminaciones. Permite que se expresen libremente, que reaccionen ante las situaciones como consideren más adecuado o que se comporten como han aprendido. Deja que sean ellos mismos, con sus virtudes y sus defectos.

Obviamente, esto no significa que no los eduques para que sean capaces de mejorar como personas, a fin de cuenta en gran parte esa es tu misión como docente. Sin embargo, no olvides que la educación no consiste en crear meras copias humanas, sino de ayudar a cada uno a que encuentre su propio camino.

  • Satisface sus necesidades

Todo estudiante, sea una oveja negra o no, tiene sus propias necesidades. Y estas no tienen por qué coincidir con las del resto del grupo, con las del currículo educativo o con las que crees que deberías satisfacer. Por eso, una de las funciones esenciales de tu función como maestro consiste en aprender a distinguir las necesidades de cada alumno y ser capaz de adaptar la educación para satisfacerlas.

Y esto no solo implica personalizar las actividades, sino que también conlleva trabajar en aras de una relación educativa única y nivelar tus expectativas para adaptarlas a lo que cada estudiante es capaz de dar.

Crédito de foto: Imagen libre de Pexels

Psicóloga y escritora. Divulgadora científica y apasionada de la mente humana. Defensora de la educación como única vía para el desarrollo personal y social. Aprendiz a tiempo completo.

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