10 cualidades del mentor en la educación con propósito

Mentor en la educación con propósito: Profesor choca los cinco con su alumna de acordeón

La educación consiste en enseñar a los hombres no lo que deben pensar, sino a pensar” dijo en una ocasión Calvin Coolidge. Sin duda, una idea revolucionaria en su época, y desdichadamente también en la nuestra, que deja atrás la concepción de que rol de los padres o profesores consiste en transmitir conocimientos y moldear la mente de los más jóvenes para, en su lugar, enseñarlos a esculpir su propio aprendizaje.

Una manera de comprender la enseñanza que recupera la educación con propósito donde el papel del mentor deja de ser mostrar el camino que el aprendiz debe recorrer para ayudarlo a decidir qué camino quiere recorrer. Porque, a fin de cuenta, como dijo la pedagoga y filósofa italiana María Montessori: “La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejándola libre para que se desarrolle”.

¿Cuál es, y cuál no, el rol del mentor en la educación con propósito?

En la educación con propósito el rol del mentor, encarnado por madres, padres, profesores o cualquier otro implicado en el aprendizaje, no se limita a transmitir conocimientos, desarrollar habilidades concretas o enseñar cómo hacer las cosas, sino que su labor va un paso más allá: consiste en enseñar a pensar críticamente para despertar la conciencia del aprendiz.

A diferencia del clásico e histórico papel del progenitor o profesor, el rol del mentor en la educación con propósito no intenta cambiar al aprendiz para que se ajuste a los cánones sociales o a lo que los demás esperan de él, sino que lo ayuda a descubrir quién es y cuál es su propósito para que sea capaz de convertirse en quien quiere ser.

En esta nueva manera de comprender el aprendizaje, el mentor no es un ejemplo que seguir, sino un guía que acompaña al aprendiz durante todo su crecimiento. No ofrece herramientas estandarizadas, sino que facilita los recursos adecuados para que el aprendiz elija los que mejor se adaptan a su proceso de aprendizaje. No facilita respuestas, sino que hace las preguntas adecuadas para que sea el aprendiz quien encuentre sus propias respuestas.

Su papel no consiste en llenar una mente en blanco, sino en guiar al aprendiz para que decida cómo quiere llenarla. No es su función tomar las riendas del aprendizaje de los más jóvenes, sino enseñarles a responsabilizarse de su propio crecimiento. No es tarea suya trazar el camino que deben seguir, sino ayudarles a crear las alas para que puedan emprender su propio vuelo.

Así son los mentores en la educación con propósito

A los mentores de la educación con propósito no solo les distingue su rol en el aprendizaje, sino que además comparten una serie de características que, en última instancia, son las que les permite desempeñar su función e impulsar el crecimiento de los demás. ¿Qué distingue a los mentores en la educación con propósito?

  • Confían en el potencial de cada aprendiz

En la educación con propósito los mentores son conscientes de las potencialidades y las habilidades de cada aprendiz. Saben que cada persona tiene un talento propio y están convencidos de que, tarde o temprano, terminará saliendo a la luz. Confían en lo que los demás son capaces de alcanzar y respetan sus ritmos de crecimiento.

  • Animan a cada uno a descubrir su propósito

Los mentores también saben que el motor impulsor del aprendizaje es el propósito. Por eso, incitan a cada aprendiz a descubrir su propósito y a ponerlo en valor. Los animan a encontrar su propia fuente de motivación y a alimentarla a diario.

  • Son conscientes de que cada aprendiz es único e irrepetible

No existen dos personas iguales. Y los mentores son conscientes de ello. Por eso establecen un vínculo único con cada uno de los aprendices porque saben que los recursos que pueden ser valiosos para unos pueden resultar intrascendentes para otros. Saben ofrecer a cada uno lo que realmente necesita.

  • No transmiten conocimientos, incitan a la reflexión

En la educación con propósito, los mentores no se centran en dar soluciones, sino en hacer las preguntas adecuadas para que cada uno encuentre su propia respuesta. Promueven el pensamiento reflexivo e invitan a pensar, en lugar de transmitir conocimientos de manera automática y vacía.

  • Desarrollan el pensamiento crítico

Los mentores saben que una de las mejores maneras de aprender a pensar consiste en dudar de todo y a poner en tela de juicio incluso las cosas que damos por sentado. Por eso, no solo fomentan la curiosidad, sino también el pensamiento crítico. Son capaces de enseñar a cuestionarse todo y a prestar atención incluso a los puntos de vista diversos.

Comparativa entre el profesor en la educación tradicional y el mentor en la educación con propósito.
  • Incitan a conferir un sentido al conocimiento

Un buen mentor sabe que no hay aprendizaje sin significado. Por eso, no se limita a facilitar contenidos, sino que anima al aprendiz a que les confiera un sentido personal. Los anima a pensar para que, antes o después, lleguen esos insight que son los que harán que, de verdad, comprendan lo que aprenden y crezcan como personas.

  • Trascienden los límites del contexto educativo

Los mentores de la educación con propósito también entienden que el aprendizaje no se limita al proceso de enseñanza, sino que tiene lugar allí donde haya algo nuevo que aprender. Por eso, exhortan a los aprendices a que lean, estudien, reflexionen y se preparen para la vida, pero también a que pongan a prueba sus conocimientos en la práctica y observen todo lo que sucede a su alrededor.  

  • Estimulan la libertad de elección

El aprendizaje no solo debería ser consciente y significativo, sino también libre. Y los mentores lo saben. Por eso, fomentan la libertad de elección de los aprendices. Les facilitan los recursos y/o oportunidades a su alcance para que sean ellos los que decidan, en última instancia, cómo, cuándo y qué quieren aprender.

  • Fomentan el desarrollo integral del aprendiz

Los mentores de la educación con propósito saben que aprender no es asimilar contenidos, perfilar habilidades o potenciar funciones cognitivas. Son conscientes de que también es importante que aprendamos a entender nuestro mundo emocional, involucrarnos de a lleno en las experiencias que vivimos a diario o a mejorar las relaciones con los demás. De ahí que promuevan el desarrollo integral de cada aprendiz.

  • Promueven el despertar de la conciencia

Un buen mentor sabe que el último fin de la educación es el despertar de la conciencia. De ahí que anime a cada aprendiz a salir de su zona de confort, a pensar fuera de la caja y mirar el mundo cada día con nuevos ojos para ser capaces de observar lo que no se puede ver a simple vista.

Crédito de foto: Imagen libre de Pexels

Psicóloga y escritora. Divulgadora científica y apasionada de la mente humana. Defensora de la educación como única vía para el desarrollo personal y social. Aprendiz a tiempo completo.

Comentarios de este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *