¿Cuándo fue la última vez que leíste un libro y te olvidaste del mundo?
¿Y la última vez que leíste solo por placer?
Hoy leemos mucho más, de eso no hay dudas. Se estima que leemos una media de 100 000 palabras al día. Pero nuestros hábitos han cambiado.
No leemos para disfrutar, sino para informarnos. Leemos más deprisa, pero interiorizamos menos el contenido. Consumimos más información, pero esta es cada vez más intrascendente. Somos la sociedad que lee sin pasar página no solo porque los textos largos nos aburren, sino porque leemos menos en papel y más en pantalla.
Y no pasa nada. Cada generación tiene sus propias maneras de leer, relacionadas con la época histórica que le tocó vivir, y eso no significa que sea mejor o peor que otras formas de lectura. Sin embargo, lo cierto es que los hábitos que incluimos en nuestras vidas no solo influyen en la manera de hacer las cosas, sino también en el desarrollo de nuestro cerebro.
Y leer en pantalla no solo ha cambiado nuestra forma de lectura, sino también nuestras funciones cognitivas.
5 consecuencias cognitivas de la lectura digital
¿Sabías que la lectura es uno de los procesos cognitivos más complejos de nuestra mente? ¡Y eso que nuestro cerebro no está diseñado para leer!
Sí, como lees, la lectura no forma parte de nuestros genes porque básicamente se inventó hace relativamente poco tiempo en nuestra historia evolutiva. Esto ha hecho que el cerebro humano haya tenido que adaptarse rápidamente y reconfigurar sus circuitos neuronales para poder decodificar la lectura conectando zonas implicadas en otras habilidades como la visión, la capacidad reflexiva, el pensamiento abstracto o el lenguaje.
Ahora, al pasar de los libros impresos a los digitales, el cerebro está teniendo que readaptarse. Y esto implica que muchas de las funciones cognitivas involucradas en el acto de leer estén cambiando, para bien o para mal. He aquí algunos de los cambios que nuestro cerebro está experimentando debido al hábito de leer en pantalla.
- Mayor impaciencia cognitiva
La paciencia es un don escaso hoy día, sobre todo para los que leen en pantallas. Y es que cuanto más tiempo dedicamos a la lectura digital mayor es nuestra impaciencia cognitiva, que no es más que la incapacidad para concentrarnos en una tarea durante el tiempo necesario como para comprender su argumento o complejidad.
El hecho de leer a saltos, buscando las palabras clave y el contenido que más nos interesa no solo nos distrae con más facilidad, sino que impide que podamos prestar atención a lo que leemos. De esta manera, no somos capaces de comprender ideas complejas porque ni siquiera podemos retener en la memoria los contenidos más simples.
- Reducción del nivel de comprensión
Leer en una pantalla afecta nuestra comprensión. Así lo reveló un estudio realizado en la Universidad de Stavanger, en Noruega, en el que se les pidió a 72 estudiantes de 15 años que leyesen un relato. La mitad de ellos en una pantalla, la otra mitad en papel. Al someterlos más tarde a una serie de preguntas, los que habían leído el texto en pantalla no solo habían comprendido peor la idea, sino que recordaban con más imprecisiones el argumento y otros detalles.
Por una parte, está estrechamente relacionado con la impaciencia cognitiva que afecta la capacidad de concentración e impide que podamos enfocarnos en lo que leemos y, por otra, a la superficialidad de la lectura que nos impide profundizar en su significado. En cualquier caso, esto no solo afectaría nuestra capacidad para comprender un buen ensayo, sino también los términos de un contrato o una noticia sujeta a interpretación.
- Deterioro del pensamiento crítico
Si no comprendemos lo que leemos, difícilmente podamos formarnos una opinión propia sobre el tema. Por eso, otro de los efectos que la lectura digital está teniendo en nuestro cerebro es que está deteriorando nuestro pensamiento crítico y capacidad reflexiva. Básicamente porque al prestar menos atención y leer de manera más superficial y vaga no somos capaces de entender el contenido en toda su profundidad y, por ende, no estamos preparados para reflexionar sobre el mismo.
Esto no solo nos impide comprender ideas complejas, sino también crear nuevos conceptos. Nos dificulta deshacernos de viejos patrones de pensamiento y formas anticuadas de ver la vida, así como desaprender antiguas creencias o modos de pensar. Y de ahí a convertirnos en meros consumidores de información, incapaces de pensar por nosotros mismos solo hay un paso.
- Dificultad para conferir significados personales
La lectura también tiene un componente emocional. Leer va más allá de consumir información y/o comprender un contenido, también implica disfrutar de este acto y conferirle un significado al contenido. Sin embargo, todo parece indicar que la lectura digital nos podría estar arrebatando la posibilidad de conectar con el autor, empatizar con los personajes y despertar nuestras emociones.
Esto porque al distraernos con más facilidad y leer de manera más superficial nos resulta difícil echar a volar nuestra imaginación y experimentar en primera persona lo que nos cuenta la historia. De esta manera, leemos marcando una distancia emocional, lo que nos imposibilita conferir un significado personal al contenido. Básicamente, leemos para informarnos, no para disfrutar y enriquecernos con la lectura.
- Aumento de la velocidad de lectura
Por supuesto, no todos los cambios que la lectura digital ocasionan en el cerebro son negativos. También se ha encontrado que las pantallas aumentan nuestra velocidad de lectura, a la vez que nos permite encontrar con más facilidad el contenido que nos interesa. Una habilidad que puede ser positiva cuando no contamos con mucho tiempo o necesitamos revisar un gran cúmulo de literatura.
Lo que sucede es que las pantallas no solo facilitan el salto de lectura, sino que también permiten identificar la información interesante con más facilidad acelerando los tiempos en que terminamos de leer un texto. Sin duda, hace que leamos más rápido, pero también nos impide profundizar en la lectura.
Equilibrio en la lectura, la clave para no renunciar a nada
Obviamente, esto no significa que te deshagas de tu e-reader, tu tablet y teléfono móvil para regresar a la lectura en papel (lo cual tampoco sería una mala idea, aunque supone un esfuerzo que no todos estamos dispuestos a hacer). Es difícil ir contracorriente y negar el lugar que la tecnología está teniendo en nuestras vidas. La idea consiste en encontrar un equilibrio que te permita disfrutar de ambas formas de lectura, sin renunciar al desarrollo de tus funciones cognitivas.
Para ello puedes seguir informándote sobre las últimas noticias, estudios o tendencias que más te interesan de manera digital y dedicar al menos un rato cada día, o al menos a la semana, a disfrutar de la lectura reposada y sin prisas de un buen libro. Créeme, conseguir este equilibrio hará que todo cobre sentido y valga la pena.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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