Planificar está bien.
Estructurar los contenidos que impartirás en clase no solo te ayuda a organizar las ideas y darle un sentido lógico al conocimiento, sino que te brinda una mayor seguridad.
Sabes lo que va a suceder en todo momento y esto te permite tener el control de la situación.
Sin embargo, ten mucho cuidado porque el exceso de planificación también tiene un lado oscuro: puede terminar coartando la libertad de ser y hacer de tus estudiantes.
¿Por qué planificar tus clases en exceso puede coartar el desarrollo de tus estudiantes?
Aprender a planificar las clases es una de las competencias que todo profesor debe desarrollar. Contar con un plan de acción no solo te garantiza cumplir los objetivos educativos, sino que también evita que te dejes fuera contenido esencial para tus estudiantes. Esto además de ser una buena estrategia para relacionar mejor la información y darle una mayor coherencia. ¡Y eso es genial!
El problema llega con el exceso de planificación.
Cuando estructuras tus clases al milímetro, detallas lo que sucederá en cada momento y te ciñes a ese plan estás coartando no solo tu libertad de expresión, espontaneidad y creatividad, sino también la de tus estudiantes. Ten en cuenta que cada clase, al igual que cualquier otra experiencia en la vida, es única y va tomando forma gracias a la interacción de los diferentes participantes. De hecho, parte de su riqueza radica precisamente en esas preguntas u opiniones inesperadas que redirigen el foco de atención al contenido que de verdad interesa y motiva a los alumnos.
Al pasar por alto la participación imprevista de tus estudiantes y limitarte a reproducir la información de manera automática, como haría una inteligencia artificial, no solo resultarás aburrido/a y conseguirás que tus alumnos se distraigan, sino que perderás la posibilidad de conectar con ellos y crear una experiencia maravillosa. Y esto no solo influirá en vuestra relación y en tu capacidad para inspirarles, sino que afectará su aprendizaje porque básicamente no encontrarán la motivación necesaria para aprender.
¿Significa esto que no debes planificar tus clases?
¡No! Cada profesor es libre de estructurar sus clases como considere. Sin embargo, si vas a planificar tus clases deja espacio para la improvisación y la libre expresión de tus estudiantes. Evita ceñirte al plan como si en ello te fuese la vida y permite que brote la espontaneidad en cada momento. A fin de cuentas, la mejor manera de convertirte en mentor de tus estudiantes consiste en enseñarles con el ejemplo a improvisar y reestructurar sobre la marcha.
Claves para evitar el exceso de planificación en tus clases
La metodología para planificar una clase es clara. Sin embargo, si quieres evitar caer en el exceso de planificación puedes imprimirle un toque más personalizado a tus clases que no solo refleje tu personalidad, sino que también tenga en cuenta las necesidades y características de tus estudiantes. He aquí algunas claves que pueden ayudarte.
- Deja margen a la espontaneidad
Al planificar una clase es muy fácil caer en la tentación de detallar todo en exceso. Eso nos hace sentir más seguros porque ante cualquier despiste podemos consultar las notas y, además, evita que pasemos por alto contenido importante. Sin embargo, de ahí a preparar una clase estructurada y “rígida” solo hay un paso.
Por tanto, cuando estés diseñando tu próxima clase, evita incluir demasiados detalles en cada apartado. En su lugar, intenta describir a grandes rasgos lo que harás en cada momento de manera que puedas mantener el hilo conductor, sin perder la espontaneidad y la creatividad que tanto aportan a cada momento. Planifica incluso algunos momentos “libres” para que puedas contar alguna anécdota o profundizar en algún tema que llame la atención de los estudiantes.
- Permite que los estudiantes formen parte del proceso
¿Cuántos momentos dedicas en tus clases a dar protagonismo a tus estudiantes, más allá de las tareas que les asignas? Es habitual que cuando preparamos una clase queramos aprovechar el tiempo al máximo y pasemos por alto incluir distintos momentos para que los alumnos participen, expresen su opinión y diserten sobre el contenido libremente. Sin embargo, esto es esencial no solo para estimular la comunicación en el aula, sino también para fomentar el pensamiento crítico y la reflexión en los jóvenes.
Por eso, es importante que al preparar una clase contemples diferentes momentos para propiciar el diálogo, escuchar lo que tus estudiantes tienen que decir y responder a sus dudas e inquietudes. Esto no solo te ayudará a crear un mejor clima y a conectar mejor con tus alumnos, sino que les hará sentir partícipes del proceso.
- No temas reconducir tu plan
Una clase planificada no está tallada sobre roca y tampoco debemos ceñirnos a ella cueste lo que cueste. Ten en cuenta que lo que tú has pensado que podría ser útil e interesante para tus estudiantes no tiene por qué serlo. Incluso las técnicas metodológicas que te funcionan en un grupo, puede que en otro sea totalmente ineficaces.
Por tanto, si tu planificación no está funcionando, no temas reconducir tu plan y tomar otro camino. Si lo que habías pensado no está dando los frutos que esperabas, cambia de estrategia. Incluso, puedes preguntar a tus estudiantes sobre qué les gustaría que hablaras o qué contenido les interesa más profundizar. No pasa nada por consultarlo con ellos, a fin de cuentas, son los protagonistas de su aprendizaje y saber rectificar es de sabios.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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