La educación emocional está de moda.
Y eso es una gran noticia porque significa que cada vez somos más conscientes de la importancia de las emociones no solo en el ámbito de la enseñanza, sino también para el desarrollo integral de nuestros hijos y estudiantes.
Sin embargo, contrario a lo que muchos creen, la educación emocional no se reduce a enseñar a identificar las emociones o a hacer talleres interactivos en grupo. La educación emocional implica promover el autoconocimiento y la inteligencia emocional, animando a los jóvenes a que experimenten sus emociones libremente, aprendan a regularlas y a expresarlas de manera asertiva.
¿Qué es la educación emocional?
La educación emocional no es más que el proceso de enseñanza que se enfoca en el desarrollo de las competencias emocionales. Básicamente, es la formación educativa que promueve y mejora la autoconciencia emocional, la expresión asertiva y la regulación de las emociones como parte indispensable del desarrollo integral del aprendiz.
Su objetivo consiste en potenciar la inteligencia emocional. Y, para ello, no se limita a enseñar a controlar las emociones “negativas” o expresar lo que se siente de manera más sencilla, sino que va un paso más allá. El propósito de la educación emocional radica en ayudar a los jóvenes a descubrir sus sentimientos y experimentarlos de manera libre y auténtica, a la vez que los prepara para compartirlos con el mundo de forma sana y respetuosa.
También es tarea de la educación emocional enseñar a los jóvenes a conectar con las emociones ajenas, siendo conscientes del impacto de los sentimientos de los demás, pero sin dejarse abatir por ellos. Esto a la vez que les enseña a poner las emociones al servicio del aprendizaje, utilizándolas como un aliado para potenciar su inteligencia y criticidad, en lugar de un obstáculo para el desarrollo del pensamiento lógico.
Si bien en los últimos años se ha convertido en parte de muchos programas curriculares, pasando a impartirse como una asignatura más o como parte de otras materias, en realidad no es exclusiva del ámbito académico. La educación emocional no es responsabilidad solo de los profesores, sino también de las madres, padres y todo mentor implicado en el desarrollo de los jóvenes aprendices.
¿Por qué la educación emocional debería ser un aprendizaje esencial?
Hoy todos conocemos la importancia de la educación emocional para una vida equilibrada y con propósito. Somos conscientes del impacto que la inteligencia emocional tiene no solo en nuestro bienestar psicológico, sino también en nuestra manera de ver el mundo y la relación con las personas que nos rodean. De ahí que compartamos la necesidad de educar emocionalmente a nuestros hijos o estudiantes desde una edad temprana.
Sin embargo, ¿sabías que las emociones también desempeñan un rol esencial en el aprendizaje?
Todo aprendizaje comienza con una emoción. Cuando percibimos un estímulo, como puede ser la idea que nos transmite un libro o la conversación con otra persona, esa señal sensorial llega al sistema límbico, específicamente a la amígdala, la estructura cerebral encargada de comparar esa información con la guardada en la memoria. Entonces, la amígdala reacciona generando una emoción, que no es más que una reacción psicofisiológica a lo que estamos experimentando.
Inmediatamente después, la señal pasa a los lóbulos prefrontales, ubicados en el neocórtex, que es donde desmembramos la información para analizarla y, más tarde, integrarla a nuestro sistema de conocimientos. Básicamente, ese es el momento en el que aprendemos. De ahí que todo aprendizaje esté profundamente marcado por nuestras emociones.
En pocas palabras, cuanto más calmados y relajados nos sintamos, más abiertos estaremos a aprender. En cambio, cuanto más intranquilos o disgustados estemos, menos capaces seremos de aprender. Vale destacar que esto no implica que las emociones sean como un interruptor que regula el aprendizaje a voluntad, pero sí es cierto que tienen un rol esencial ya que pueden actuar como detonadores que estimulan u obstaculizan lo que aprendemos.
Por eso, desarrollar la inteligencia emocional, conocer nuestras emociones y, sobre todo, aprender a dominarlas es importante no solo por su impacto en el aspecto psicológico y social, sino también por su influencia en nuestra capacidad y predisposición para aprender.
Competencias emocionales que deberías promover en tus hijos o estudiantes
La educación emocional comprende la enseñanza de un amplio abanico de competencias que va desde el reconocimiento de las emociones y la expresión de las mismas hasta el control del estrés o el desarrollo de la empatía. La planificación de cuáles promover depende, en primer lugar, de las habilidades con las que ya cuenten los jóvenes y, en segundo lugar, de sus principales necesidades. A pesar de ello, existen algunas competencias emocionales que deberías promover entre tus hijos o estudiantes, sí o sí.
- Autoconciencia emocional
Se refiere a la habilidad de identificar y hacer conscientes las emociones y sentimientos, pero también implica conocer de dónde provienen y qué impacto tienen en la vida cotidiana. Una buena manera de enseñar a los jóvenes a conectar consigo mismo con mayor naturalidad, así como a comprender de forma más profunda y crítica su mundo interior.
- Autocontrol emocional
El autocontrol emocional no se refiere solo a la habilidad de dominar las emociones “negativas” como la ira o la ansiedad, sino también a gestionar todo tipo de sensaciones y crear estados de bienestar y calma. La idea es enseñar a los jóvenes a controlar sus emociones, en lugar de permitir que las emociones les controlen.
- Expresión emocional
Saber comunicar las emociones y sentimientos de manera asertiva es también muy importante. No solo porque favorece la expresión emocional, sino porque permite ser honestos sin faltar el respeto o dañar a los demás. De ahí que sea otra de las competencias indispensables que no pueden faltar en un buen programa de educación emocional.
- Automotivación
La automotivación o motivación intrínseca es uno de los motores impulsores no solo del aprendizaje, sino de la vida en general. Por eso, es fundamental enseñar a los más jóvenes a buscar sus propias motivaciones para alcanzar sus metas y a mantener una actitud positiva y optimista ante los obstáculos. A fin de cuentas, solo cuando son capaces de encontrar sus propios motivos, estarán preparados para perseguir sus propios sueños.
- Empatía
Sin duda, esta es otra de las habilidades emocionales que debes enseñar a tus hijos o estudiantes desde bien temprano. Consiste en la capacidad de reconocer e interpretar las emociones ajenas para ponerse en el lugar de los demás y ser capaz de comprender sus sentimientos y motivaciones. Una manera de enseñar a los jóvenes a establecer vínculos más estrechos y realmente significativos.
Crédito de foto: Imagen libre de Pexels
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