El aprendizaje no es una meta, es un camino

El aprendizaje no es una meta: joven camina por un camino en la naturaleza

¿Cuántos cursos has hecho en tu vida?

¿A cuántas clases extraescolares has inscrito a tus hijos?

¿Cuántas metas educativas sueles proponer a tus estudiantes?

Todos, sobre todo quienes no han tenido la oportunidad de hacer una carrera profesional, somos conscientes de la importancia del aprendizaje. Por eso, nos esforzamos por ir superando los distintos niveles escolares porque eso significa que cada vez estamos más cerca de completar nuestra educación. Lo mismo queremos para nuestros hijos o estudiantes. Deseamos que lleguen todo lo lejos que puedan y que se conviertan en profesionales de éxito. La meta es el título. Y, cuando se alcanza, el trabajo está hecho.

Sin embargo, motivados por nuestros mejores deseos y arrastrados por la sociedad del “titulismo” terminamos olvidando una gran verdad: el aprendizaje no es una meta en sí mismo, sino que es un camino que debemos recorrer cada día. En palabras del psicólogo, filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey, “la educación no es una preparación para la vida, la educación es la vida misma”.

¿Por qué un título no debería ser la meta del aprendizaje?

En la sociedad moderna, el título se ha convertido en el sustituto de la inteligencia. Hoy día para acceder a prácticamente cualquier puesto de trabajo se necesita un diploma, que viene siendo algo así como nuestra carta de presentación. En muchos casos, da igual cuáles sean nuestras habilidades o logros profesionales, sin una acreditación, o varias, que nos respalde terminamos en la carpeta de los descartados. Y todos somos conscientes de ello, por eso cada vez nos esforzamos por conseguir nuevas titulaciones y animar a nuestros hijos o estudiantes para que las atesoren.

Sin embargo, ¿en qué momento olvidamos que un diploma no es capaz de resumir nuestra capacidad intelectual, nuestras mejores habilidades, nuestra creatividad o compromiso con lo que hacemos? ¿Cuándo olvidamos que un título no nos convierte en expertos en ningún área ni en profesionales realmente capaces? Sin duda, puede ser un recurso efectivo para sintetizar en pocas palabras el tipo de educación que hemos recibido, pero no debería convertirse en nuestra carta de presentación y, mucho menos, en la meta principal de nuestro aprendizaje.

Aprender va, o al menos debería ir, mucho más allá de superar cursos académicos, hacer una carrera universitaria o sacarse una acreditación. Su objetivo no es obtener un título o completar una etapa educativa determinada. El aprendizaje no es una meta y mucho menos se reduce al ámbito de la educación formal. El aprendizaje es un camino que vamos construyendo a diario, una travesía que toma forma y se enriquece con nuestro estudio, nuestras experiencias y la sabiduría de las personas que nos rodean.

Reducir el aprendizaje a una meta, como puede ser alcanzar un título o superar un nivel educativo, implica limitar nuestra conciencia y cortar las alas a nuestra autodeterminación. Implica aceptar que solo podemos aprender en el ámbito educativo y, por tanto, mutilar nuestras oportunidades de crecimiento. Significa restringir el aprendizaje a una etapa muy concreta de nuestra vida, sin tener en cuenta que los seres humanos aprendemos a lo largo de toda nuestra vida.

El aprendizaje como camino, un cambio de mentalidad necesario

Comprender el aprendizaje como un camino, en lugar de una meta no es sencillo, sobre todo cuando vivimos en una sociedad que nos anima a entender la educación como un objetivo. Sin embargo, es posible cambiar esta mentalidad y comenzar a entender que ni los títulos son el último fin del aprendizaje, ni la educación formal el único ámbito donde aprender. ¿Cómo conseguirlo?

  • Sé consciente de cada aprendizaje cotidiano

Todos aprendemos a diario. Ya se trate de un nuevo término, un método diferente de hacer algo o el descubrimiento de otro punto de vista, no hay día que no vayamos a la cama sin haber aprendido algo nuevo. Sin embargo, no siempre somos consciente de ello. Por eso, a menudo solemos pensar que el único aprendizaje válido es aquel que promovemos de manera voluntaria en clase o mientras estudiamos.

Ser consciente de todo lo que puedes aprender en un día, una semana o un mes puede ayudarte a cambiar la creencia de que solo es posible aprender en un entorno educativo. Por tanto, te propongo que a partir de ahora dediques al menos unos minutos cada noche a reflexionar sobre todo lo nuevo que has aprendido. Te asombrarás de todas las cosas que eres capaz de aprender en un día 😉

  • Nunca te des por satisfecho, aprende algo nuevo cada día

Aprendemos de manera natural, incluso sin que nos lo propongamos. Sin embargo, también es importante invertir en nuestro crecimiento de manera intencionada alimentando nuestros conocimientos cada día. Incluso, aunque creas que sabes todo sobre un tema, siempre hay algo nuevo que aprender. Ya lo dijo el físico y teólogo Isaac Newton: “Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos un océano”.

Por eso, proponte aprender algo nuevo cada día. No tiene que ser gran cosa, buscar en el diccionario el significado de una palabra que has escuchado, pero no conoces o leer una página de un libro puede ayudarte a enriquecer tu visión del mundo. Si quieres ir un paso más allá y desarrollar una nueva habilidad o profundizar en un tema, dedica al menos media hora al día a aprender. Te sorprenderá descubrir lo que podrás aprender al cabo de un año instaurando este sencillo hábito en tu vida.

  • Los límites del aprendizaje los pones tú

“Las personas mayores no pueden aprender”.

“Solo puedes aprender si vas a una escuela”.

“Con saber lo que todos saben, es suficiente”.

Vivimos bombardeados de creencias sobre el aprendizaje que limitan nuestra capacidad para crecer y ponen un techo a nuestro crecimiento personal. Sin embargo, si en realidad quieres convertir tu aprendizaje en un camino y no en un objetivo, es importante que te desprendas de estos sesgos.

Es cierto que cuando somos mayores puede costarnos más aprender nuevas cosas o que a veces saber lo que todos saben puede ser suficiente para conseguir un empleo o hablar de un tema con los amigos, pero, si quieres ir un paso más allá, debes aprender a superar estos límites. Cuando en realidad estás comprometido con tu aprendizaje y quieres seguir creciendo como persona, los únicos límites que deberían existir son lo que te pones tú.

Crédito de foto: Imagen libre de Pexels

Psicóloga y escritora. Divulgadora científica y apasionada de la mente humana. Defensora de la educación como única vía para el desarrollo personal y social. Aprendiz a tiempo completo.

Comentarios de este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *